miércoles, 15 de junio de 2011

Mujer anzoatiguense fue salvada por extraterrestres

Hay que ponerle atención a esta historia. Ya verán por qué. Hace 32 años la señora Rosa Esther de Jiménez esperaba el nacimiento de su segunda hija. Llegó la hora de dar a luz. Todo estaba listo para que en el Hospital Luís Razetti de Barcelona naciera la  pequeña.
“Cuando la vi estaba muy pequeñita. Yo la tuve a ella a los siete meses”, recordó la señora Rosa.
Todo estaba listo para que por fin la madre tuviese a la recién nacida en sus brazos. “El médico que me atendió me dijo que había un problema”. Según el diagnóstico, la niña tenía una enfermedad llamada “Eferocitosis”.
La esferocitosis es una enfermedad hereditaria que forma parte de las llamadas anemias hemolíticas, por un defecto en la membrana del mismo, lo que  hace que se destruya con facilidad en el bazo.
Fueron muchos los tratamientos que los médicos le recetaron a la pequeña que tenía apenas 21 días de nacida. “Me le hacían transfusión de sangre cada 4 días”, cuenta Rosa.
En  vista de que la niña no mejoraba, el doctor la desahució. “Me quería morir cuando ese doctor me dijo que ella no iba a vivir por el estado en que se encontraba”, dice la señora.
Rosa se llevó a la niña a su casa para cuidar de ella y esperar que Dios quisiera llevársela. “Me fui al siguiente día al mercado municipal de Puerto la Cruz. Una vendedora que todavía recuerdo su nombre, Senobia, me preguntó por la niña y le conté lo que pasaba”, cuenta.
 La vendedora le dio la dirección de un centro espiritista para que le hicieran un trabajo a la niña de apenas días de nacida.
“Fui con mi hermana porque estaba asustada. Dos doctores me quitaron a la niña y nos pasaron a un cuartito que sólo tenía una camilla y objetos de metal”, explica.
Cuenta Jiménez que uno de ellos tomó una jeringa y comenzaba a llenar las inyecciones pero de aire. “Esta no sirve, esta no sirve. Esta sí sirve”, decían. Rosa, asustada, se salió de la habitación pensando que ella misma había provocado que la situación empeorara.
Lo asombroso, según la historia, es que la hermana de Rosa sí se quedó en la habitación para ver qué le hacían a su sobrina. Al parecer, estos señores trabajaban con espíritus de otros planetas. Eran extraterrestres y decían que venían de Venus.
El que bajó ese día para operar a la bebé enferma tenía un tercer ojo en la frente, sus orejas era paradas y finitas en las puntas, según cuenta la madre. “Colocaron aire a la inyectadora y se la pusieron a la niña”, expresa.
La niña en la tarde ya estaba bien, su cuerpo empezaba a tener color. Luego de ocho días, sus funciones corporales parecían ir tomando su rumbo normal. “Pasaron 4 años y mi hija se salvó gracias a estos extraños seres”, dice.
La niña tenía un nombre que sus padres habían elegido. Después de que esto sucediera decidieron llamarla Milagros, porque fue realmente un milagro que se salvara. Hoy en día, reside en Puerto La Cruz y lleva una vida totalmente sana y como cualquier otra persona.
Y tú, ¿crees en estas cosas?

Por: Maryelys Bermúdez.

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